La hojarasca que cubre el alero —del eucalipto y la siempreviva—, aguarda a que el viento gane fuerzas... Que en su vorágine la levante para bailar y a gozar con él, el vals del otoño fascinante.
Evocación, qué bueno que vienes. Llorón está mi pensamiento y necesito que me abraces fuerte. Conversemos de su vida, por favor. No del momento de su muerte.