¡Oh, maravilla de maravillas! Las ramas secas del naranjo que veo son del colibrí descansadero... Y de otras alitas primorosas. Como la libélula que va en recreo.
Avecillas, son amores. Qué diera yo por besarlas. Las miro sobre las flores acariciando sus galas, liban su miel con honores batiendo sus lindas alas y plumaje de colores.
El cielo púrpura y brillante de noviembre, ha buceado en la laguna de mi mente. Y entre sus aguas saladas halló tu nombre, sobre la etiqueta de una ilusión ausente.